Entre lo trans y lo neutro

Más allá de las etiquetas, está siempre la persona con su carga individual e intransferible. No será muy práctico, pero deberían considerarse tantas identidades como personas, cada una con sus paraísos y sus misterios y sus laberintos propios.

 

Columna: A la sombra de los deseos en flor

Revista Domingo de El Universal, 28 de julio de 2013

http://www.domingoeluniversal.mx/columnas/detalle/Entre+lo+trans+y+lo+neutro-1679

 

Entre lo trans y lo neutro

Ana Clavel

Pavel Petel

«¿Cómo figura un cuerpo en su superficie la invisibilidad misma de su profundidad escondida?», se pregunta Judith Butler en El género en disputa. Pavel Petel tiene un cuerpo hermoso y circula montado en una bicicleta por las redes sociales. Sin más atuendo que un body rosa eléctrico que revela su sinuosa musculatura, una larga cabellera también rosa intenso que contrasta con su barba negra afilada, unas zapatillas de elevados tacones de aguja que no le impiden pedalear. Es un trans en toda la extensión del prefijo, vuelto ya sustantivo y sujeto. Juega con los estereotipos al grado de caminar frente a un escaparate de Chanel y musitar entre risillas el nombre de esa marca como si dijera el sortilegio del deseo mismo.

«No soy un hombre, no soy una mujer», dijo por su parte hace unos años Norrie May-Welby, cuando logró que una corte le otorgara la categoría de sexo «no especificado» en su pasaporte. De origen escocés pero ciudadano australiano desde niño, Norrie se sometió a una operación transexual a los 28 años. Sin embargo, pasar por ser definida legalmente como «mujer» tampoco lo dejó satisfecho. Tras presentar la documentación médica pertinente, solicitó a las autoridades de Sidney un nuevo cambio en su identidad de género puesto que «los conceptos de hombre o mujer no le acomodaban».

Pero los afanes de Norrie no se quedaron ahí. Hace poco solicitó que no fuese obligatorio para ningún intersexual ser registrado como hombre o mujer en los documentos de nacimiento, matrimonio o defunción. Con el apoyo del grupo militante Sex and Gender Education, este «anarquista andrógino», como se define Norrie, ha conseguido una tercer casilla para la asignación de género en los documentos oficiales de Nueva Gales del Sur: el género «neutro». Como admite su abogada, Emily Christie, es la primera decisión legal que reconoce que «el sexo no es binario». Se trata de un precedente, una marca a nivel mundial.

Por supuesto, las reacciones conservadoras no se han hecho esperar. Como la del periódico español Alerta Digital que encabezó la noticia con un claro sesgo condenatorio: «Australia, degeneración absoluta: Un tribunal reconoce el género sexual neutro en las personas». Otros medios consignaron la noticia pero muy pocos la festejaron.

Aunque celebro el avance en flexibilizar esquemas esencialistas, debo confesar que «neutro» tampoco me parece lo más indicado para estas identidades híbridas. Neutro no sólo significa que no se trata de hombre ni de mujer. Neutro también puede sugerir «asexuado». No he podido evitar acordarme del personaje de Antón/Antonia en la novela Cuerpo náufrago cuando señala: «Los malentendidos empiezan por la apariencia. ¿Somos lo que parecemos? ¿La identidad empieza por lo que vemos? O más bien, la identidad empieza por lo que deseamos. Secreta, persistente, irrevocablemente. Lo que en realidad nos desea a nosotros».

 

Si en el pasado se nos había hecho creer que éramos almas aprisionadas en nuestros cuerpos, Antón/Antonia reconocerá que los corsetes y armaduras son de otra naturaleza: «Somos cuerpos encarcelados por nuestras mentes. Sólo cuando el deseo se abre paso, florecemos…» Y es que, ¿quién es solamente hombre en el cuerpo de un hombre, o únicamente mujer en el cuerpo de una mujer? Más allá de las etiquetas, está siempre la persona con su carga individual e intransferible. No será muy práctico, pero deberían considerarse tantas identidades como personas, cada una con sus paraísos y sus misterios y sus laberintos propios. ¿No dijo San Agustín que el secreto está en la libertad pero sobre todo en el amor que de verdad tiene raíz en nuestros actos? Parece simple pero al parecer no lo es tanto: «Ama y haz lo que quieras».


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