Columna: A la sombra de los deseos en flor, revista Domingo de El Universal, 8 de junio de 2014. http://www.domingoeluniversal.mx/columnas/detalle/Jugar%20en%20pelotas-2539
Jugar en pelotas
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Ana Clavel
En Muerte súbita, magistral novela ganadora del premio Herralde 2013, Álvaro Enrigue plantea la genealogía de la palabra “pelota” a partir del pelo que se usaba en su confección. En el partido de tenis en que, a manera de duelo, se enfrentan dos libertinos de la época: el poeta Quevedo y el pintor Caravaggio, se emplean las codiciadas pellas elaboradas con las trenzas de la decapitada Ana Bolena, esposa de Enrique VIII. Un portentoso retablo barroco que nos habla de que si la novela es un mundo, ese mundo puede estar contenido en un solo objeto: una pelota.
De estirpe semejante es el razonamiento de Juan Villoro cuando refiere en su estupendo libro de crónicas y ensayos Dios es redondo la potestad de la pelota de futbol. Citando al filósofo neoplatónico Nicolás de Cusa, Villoro cifra en la redondez del esférico la pasión y fe de esa nueva religión de las masas, que para un fanático raya en el sumun de la perfección.
Esférico, balón, bola, pelota… El más longevo es sin duda el término “pelota” pues ya en Don Quijote de la Mancha se menciona la expresión popular andar “en pelota” para decir de alguien que va desnudo. Al parecer un cruce de andar “a pelo” y la alusión por demás gráfica a los testículos. El añadido de la “s” ha sido posterior pero muy vital tal vez porque así repica mejor en nuestro sentido auditivo pero sobre todo visual, a la hora de imaginarnos a un hombre desnudo.
En los últimos años el asunto del desnudo masculino se ha puesto de moda. ¿Por qué no iban a ser ellos también rotundo objeto de deseo ahora que los tiempos del travesti austríaco Conchita Salchicha-Wurst, sensual y exitosa cantante barbada, nos permiten situarnos de cara ante los misterios del cuerpo y el deseo sin inhibirnos ni escandalizarnos… demasiado? Como ejemplo, la gran exposición Masculino/ Masculino. El hombre desnudo en el arte de 1800 hasta la actualidad que se exhibió originalmente en el Leopold Museum de Viena durante el otoño del 2012, exhibición repuesta en el 2013 en el museo D’Orsay de París, y este año en el MUNAL de la Ciudad de México, aderezada con obras del arte nacional, bajo el título El hombre al desnudo. Dimensiones de la masculinidad a partir de 1800. Mientras que el desnudo femenino se nos muestra cultural y comercialmente con tanta frecuencia y naturalidad, el cuerpo masculino había escapado a la exhibición frontal, sin cortapisas, mantos pudorosos, literal y gráficamente “en pelotas”.
Y precisamente ahora que nos empelota el Mundial de Brasil, no todos nos sentimos hechizados por la magia de un espectáculo que es capaz de hacer que el mundo se detenga y se ponga de pie —o más bien de cabeza— ante el grito de tintes atávicos y tribales: ¡Goooool! Pero hay una variante que al menos a muchas mujeres y en general todos aquellos capaces de disfrutar la belleza masculina, les podría resultar atractiva: ¿qué tal imaginar los partidos con futbolistas que sudan músculo y destreza completamente en pelotas, en traje de Adán, casi como Dios los trajo al mundo —o mejorados por el ejercicio de ese otro dios redondo y pleno llamado balón?
Realicé entonces una pequeña encuesta entre mis amistades en redes sociales, preguntando qué jugadores les gustaría ver desnudos, completamente en pelotas, en un partido idílico de futbol, y he aquí al equipo estrella: Zidane, Figo, Beckman, Ronaldinho, Beckenbauer, Rafa Márquez, Pep Guardiola, Valdano, Ronaldo, Piké, Fredrik Ljungberg y una larga lista de suplentes italianos, holandeses y uruguayos. No está nada mal fantasear con tanta pelota, tanto músculo, tanta testosterona en juego. Como para, sacrilegio mediante, parafrasear al poeta César Vallejo: Hay goles en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!