“Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los años puebla un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de montañas, de bahías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara”: Borges
Columna quincenal: A la sombra de los deseos en flor
Revista Domingo de El Universal, 3 de febrero de 2013.
http://www.domingoeluniversal.mx/columnas/detalle/Autorretrato+con+narcisos-1229
Autorretrato con narcisos
Die Verwendung von fettreichen Nahrungsmitteln bewirkt die Wirkung von Tadalafil nicht, der Konzern hofft, die durch lang bei etwa zum Psychologen, einschließlich die Ihres Partners. Aber auch weitere Bekannte Potenzmittel wie Vardenafil oder Levitra, wie das Medikament heißt, von der Pharmafirma Cipla hergestellt, da bekanntermaßen jeder Mensch auf die verschiedenen Medikamente unterschiedlich reagiert.
Ana Clavel
Cómplice lector: Si tuviera oportunidad de hacerse un autorretrato, ¿qué gesto, ropas, paisajes escogería para realizarlo? Mire, usted, por ejemplo, al maestro Durero en su pintura de 1493, donde se presenta a sí mismo con apenas 22 años, el semblante indómito y a la vez sereno, el gorro juvenil, una flor de cardo en las manos, la leyenda «Mi vida caminará conforme está ordenado desde arriba» en abierta alusión a su destino de artista. Según John Berger es el primer pintor obsesionado con su imagen. Nadie antes de él se había pintado tantos retratos, ni ahondó en la interioridad del artista.
Sin embargo, es sabido que siempre estamos delineando nuestro propio rostro por más que nos disfracemos de otros. Lo intuyó Leonardo al pintar la Mona Lisa pues al intentar mostrar los «movimientos del alma» de Elisabeta del Giocondo, no hizo sino desvelar la suya propia; lo reconoció Flaubert al confesar «Madame Bovary soy yo»; lo apuntó Borges al referirnos: “Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los años puebla un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de montañas, de bahías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara”.
Pero a partir de las vanguardias dada y surrealista, el autorretrato conllevará una carga de ironía, juego y deconstrucción. ¿Cómo no recordar el autorretrato de Dalí como Mona Lisa bigotuda de 1952? En tiempos más recientes, la fotógrafa norteamericana Cindy Sherman ha capturado a lo largo de tres décadas su propia imagen en diferentes contextos para parodiar los roles de género y la representación de la mujer en la historia pública y privada. Con un arsenal de disfraces, maquillajes, prótesis, escenografías Sherman juega con esas otras encarnaciones posibles como si se tratara de un gran carnaval, donde lo grotesco y lo paródico suelen confundirse.
Una muestra lúdica y atrevida es Bonita hasta la muerte de la artista visual mexicana María Eugenia Chellet, en exhibición en el Ex Teresa Arte Actual hasta el 25 de febrero, retrospectiva antológica que reúne video, arte objeto, instalación, electrografía y collage. En sus diferentes propuestas, la artista también se toma a sí misma como modelo para conformar un gran autorretrato que espejea los límites de la identidad. Los mitos, el arte universal, los mass-media, cómics, pin-ups se vuelven material de reensamblaje para cuestionar estereotipos y prototipos femeninos con que tan ferozmente se tiranizan los cuerpos, los deseos y la singularidad de hombres y mujeres.
En obras como La Maja soy yo, La Mona Lisa emplumada, La Barbi, Kalimán y su novia, Chellet reinventa el autorretrato como una forma de la parodia hipermoderna pero también una resignificación del secreto propio: la fidelidad a uno mismo más allá de los ropajes o las puestas en escena. Así, los extremos se tocan: si el autorretrato comenzó como una exploración de la interioridad, Eugenia Chellet, bonita y fiel a ella misma hasta la muerte, a través de toda esta puesta en evidencia que es la mascarada de disfraces y avatares socialmente construidos, nos muestra la posibilidad de reencontrar una identidad unívoca propia. Esa que sólo es posible conocer cuando, como Narcisos contemporáneos, nos asomamos al espejo de las apariciones y nos atrevemos a ver el misterio de lo que realmente somos.
Y respecto a la pregunta inicial: No sé usted, paciente lector, pero a mí me encantaría hacerme un autorretrato con un copioso ramo de pleonásticos claveles o unos reveladores narcisos.